LOS FRESNOS, Texas — Llamando desde un teléfono poco confiable en el Centro de Detención Port Isabel, su voz se escucha lejana y amortiguada. Para ser entendida, ella necesita repetir lo que dice una y otra vez. Para ella escuche a quienes le llaman, ellos tienen que gritar.
Blanca desea más que nada que fueran sus dos hijas, de 6 y 14 años, en el otro lado de la línea. Pero ella no les ha hablado desde que fueron separados en la frontera, después de un largo viaje desde Honduras. Han pasado casi tres semanas.
Para organizar las llamadas en la instalación administrada por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (conocido como ICE en inglés), los padres deben llenar un formulario de solicitud. Blanca dice que ha entregado cinco.
“Es desesperante”, dijo. “Los oficiales, no dicen nada”.
Como la política de “tolerancia cero” del presidente Donald Trump, que ya separó a más de 2.500 niños de sus padres en la frontera en mayo y junio, se extiende hasta su tercer mes, la administración tiene que lidiar con plazos inminentes, establecidos por un juez la semana pasada después de una demanda presentada por la Unión Americana de Libertades Civiles (conocido como el ACLU). Para el 10 de julio, los niños menores de 5 años deben estar reunidos con sus padres. Para el 26 de julio, todas las familias deben estar juntas. Para el viernes, los funcionarios tienen que organizar llamadas telefónicas entre todos los padres e hijos.
Pero una semana después de que los funcionarios del Departamento de Seguridad Interna (conocido como Department of Homeland Security, o DHS) caracterizaron su proceso para reunificar a las familias “bien coordinado”, muchos padres en Port Isabel — la instalación primaria que alberga a padres separados — no saben dónde están sus hijos y algunos todavía no han podido comunicarse con ellos, según tres detenidos entrevistados por ProPublica, junto con dos familiares de padres detenidos y cinco abogados a los que se les otorgó un acceso más amplio a la instalación, que dicen que han entrevistado a más de 200 padres y tutores separados. ProPublica no incluye los apellidos de los detenidos a petición suya; sus casos de inmigración aún están pendientes.
“Solo quiero decirle que lo amo”, sollozó Arely, una madre de El Salvador, durante una llamada telefónica con un periodista. Ella también había estado detenida durante casi tres semanas sin una llamada.
ICE no respondió de inmediato a las preguntas planteadas el viernes sobre los padres que no han hablado con sus hijos y ni siquiera saben dónde están. No respondió a las preguntas adicionales planteadas el domingo sobre cuántos padres separados están detenidos en Port Isabel, cuántos han podido hablar con sus hijos y si han sido liberados bajo fianza.
Los padres esperan en un centro de detención donde los teléfonos apenas funcionan, no hay internet, y los oficiales apagan las noticias de la televisión cuando el tema se convierte en inmigración, dijeron los detenidos. Las conversaciones telefónicas son cautelosas: los detenidos saben que se graban las llamadas. Lo que queda son los rumores. Había uno sobre agentes de detención que instaba a las personas a firmar documentos de deportación como la forma más rápida de volver a ver a sus hijos. Ha hecho que los detenidos se vuelvan recelosos a firmar cualquier papel, incluso cuando proviene de abogados que ofrecen ayuda para conectarlos con sus hijos, dijo Sophia Gregg, abogada de inmigración de Legal Aid Justice.
Cuando ella y un grupo de abogados vinieron de Washington, DC, para realizar entrevistas de extensión con los padres hace dos semanas, muchos padres superaron su desconfianza lo suficiente como para pasarles cartas, con la esperanza de que los abogados encontrarán a sus hijos y les entregarán los mensajes. ProPublica revisó una porción de las cartas.
En uno, un padre intenta tranquilizar a su hija. No se preocupe, que yo estoy aquí cerca de usted. Y le quiero pedir que coma bien, y que si come bien, yo voy a estar feliz.
En otro, una madre se disculpa con su hija, por tenerte en esta situación tan difícil … Solo le pido a Dios que estés bien, porque estoy sufriendo mucho por ti. Ya quiero que esta pesadilla termine, mi vida.
Nadie fuera de DHS sabe con certeza cuántos padres separados están dentro de Port Isabel. A diferencia de otros centros de detención migratoria, este no hace pública la información de los detenidos, por lo que los abogados dicen que se necesita trabajo adicional para comunicarse con los padres. Los abogados que visitaron hace dos semanas comenzaron con una pequeña lista de padres cuyos nombres conocían. El boca a boca dentro de los dormitorios generó más personas que anteriormente no tenían contacto con abogados y ningún miembro de la familia en el exterior para ayudarlos.
Los abogados dicen que ahora tienen una lista de más de 200 padres separados de Port Isabel. Esperan que una nueva base de datos lanzada por el Instituto Vera y New America ayude a reconectar a las familias.
Al principio cuando los abogados comenzaron a comunicarse con los padres hace unas tres semanas, algunos les dijeron que habían estado separados de sus hijos durante días, otros durante casi un mes. “ICE nunca vino a hablar con ellos ni siquiera preguntarles si estaban separados de sus hijos”, dijo Jodi Goodwin, una abogada de inmigración local. “Literalmente, había cero comunicación”.
En conversaciones con los abogados, los padres evaluaron las decisiones que tendrían que tomar: ¿continuar con una solicitud de asilo o elegir la deportación, esperando que el gobierno de los Estados Unidos cumpla con su palabra de reunirlos con sus hijos? Si perdieron sus solicitudes de asilo, ¿pedirían a sus hijos que también renuncien a las suyas o intentarían de ubicarlas con familiares en los Estados Unidos? A algunos les preocupaba que sus hijos fueran demasiado pequeños o que no supieran lo suficiente como para describir con precisión el peligro en sus países de origen, especialmente después de que sus padres habían hecho todo lo posible por protegerlos. Tales detalles son cruciales para ganar casos de asilo.
Natasha Quiroga, una abogada de derechos civiles en educación que voló desde Washington para ser voluntaria, dijo que las historias fluyeron juntas: la madre que está preocupada por su hija de siete años que es sorda y muda; el padre que acababa de firmar sus órdenes de deportación, con la esperanza de que significara que se reuniría con su hija de 4 años; el padre que no tenía idea de dónde estaba su hija, y quería escribirle una carta, pero no sabía cómo escribir. Quiroga escribió la carta para él, transcribiendo mientras repetía la misma oración una y otra vez, diciéndole cuánto la ama y cuánto espera verla pronto.
Esas oportunidades de contacto con extraños son raras en Port Isabel. La instalación está escondida en caminos rurales remotos en el extremo sureste de Texas, lo que dificulta a los abogados mantener una presencia constante.
Tratar de coordinar la conversación con un detenido desde el exterior también es difícil. ProPublica pudo organizar llamadas con tres padres detenidos con la ayuda de abogados y un familiar que contactó a ProPublica sobre el caso de un pariente. La gente que está afuera puede llamar y dejar mensajes pidiéndole a un detenido que los devuelva, pero no pueden llamar directamente a un detenido. Entonces los padres llaman a personas afuera en momentos imprevistos. La persona que recibe la llamada debe estar disponible para contestar y, a veces, tener a la mano su tarjeta de crédito para pagar la llamada, o perder la oportunidad. Una vez en la línea, sus teléfonos a veces se cortan y pierden servicio inesperadamente.
Para los que están dentro de Port Isabel, el acceso a la información es limitado, dijeron los detenidos. Después de que su difícil situación se convirtiera en noticia nacional, los detenidos dicen que los televisores comenzaron a mostrar nada más qué telenovelas y programación en inglés. Los padres dijeron que no estaban informados sobre el orden judicial referente a la reunificación hasta que escucharon de los abogados. Jenn Elzea, portavoz de ICE, dijo que solo algunas televisiones en las instalaciones están controladas por el personal de detención. “Tienen acceso, en teoría, a la televisión en todas las instalaciones”, dijo. Las normas de detención ICE dicen: “Todos los horarios de visualización de televisión estarán sujetos a la aprobación del administrador de la instalación”.
Goodwin, uno de los abogados, dijo que el ICE confiscó cartas dirigidas a los detenidos por periodistas, y retiró a tres detenidos en camino a sus dormitorios para preguntar: “¿Por qué esta persona tiene su nombre? ¿De dónde obtuvieron su información?”
ICE no respondió de inmediato a las preguntas planteadas el domingo sobre esto.
Las senadores demócratas Elizabeth Warren de Massachusetts y Catherine Cortez Masto de Nevada recorrieron las instalaciones la semana pasada y ofrecieron sus evaluaciones. “Está claro … No están llevando a cabo un proceso de reunificación aquí”, dijo Warren. En respuesta, ICE prometió establecer llamadas telefónicas para que cada padre separado les hable con sus hijos, dijeron los abogados. ICE también ha aclarado que las reunificaciones físicas no se llevarán a cabo en Port Isabel, un centro de detención donde no se permite tener niños. “Estamos reuniendo gente a través de la comunicación”, dijo Elzea.
Y así, la semana pasada, poco a poco comenzó un goteo de llamadas telefónicas oficialmente coordinadas. Los padres fueron llamados uno a uno a pequeñas salas de visitas para escuchar las voces de sus hijos durante unos minutos.
“Un oficial marcaría el número, se aseguraría de que el empleado de la Oficina de Reasentamiento de Refugiados estuviera en la otra línea y llevaría al padre para atender la llamada”, dijo Ruby Powers, abogada de inmigración con base en Houston que se ofreció como voluntaria en Port Isabel esta semana. “Podías ver lágrimas de alegría”, dijo. “Se puede distinguir entre los padres que han hablado con un niño y los que no … El padre que sí tiene mucha más paz”.
Algunos padres estaban tan abrumados por las breves llamadas, que no se les pasó por la cabeza preguntarles a sus hijos dónde estaban exactamente, dijo Quiroga. Antes de que se dieran cuenta, el tiempo se había acabado.
Algunas llamadas fueron difíciles por otras razones.
Una madre le dijo a Goodwin que su hijo de 6 años no quería hablar con ella por teléfono “porque me abandonaste, mamá”.
Y Daisy, una joven de 21 años separada de su hermano de 12 años, colgó sintiéndose inquieta después de una vaga conversación, le dijo a ProPublica. Normalmente hiperactivo, él le respondió en monosílabos.
“¿Cómo estás?”, Preguntó Daisy. Bien, dijo.
“¿Cómo te va?” Bien.
“¿Comes rico?” Sí.
“¿Te estás divirtiendo allí?” Sí.
Ella dijo que trajo a su hermano a la frontera con los Estados Unidos desde Honduras después de que su madre murió. Su padre era violento, dijo, y ella sintió que ella era la única persona que cuidaba de él. Los abogados dijeron que están preocupados de que los dos puedan enfrentar incluso más obstáculos en su intento de reunirse, ya que Daisy es su hermana, no su madre.
“Cuando hablé con él, no es como cuando los tienes cerca — no sé la verdad”, dijo Daisy. “Dice que está bien, pero no lo sabré hasta que lo vea. A ese momento sabré que él está bien”.
Incluso cuando los miembros de la familia se conectan, no está nada claro qué sucederá luego en el proceso de reunificación apresurado.
Parece que el Departamento de Seguridad Nacional presenta la deportación como el único camino hacia la reunificación. La hoja de datos sobre la política de cero tolerancia del departamento dice que “un padre al que se le ordenó que se retire de los EEUU puede solicitar que su hijo menor lo acompañe”, pero no dice nada al respeto a la reunificación familiar durante el proceso de inmigración y más allá. (Los reporteros también han documentado casos de padres que fueron deportados sin sus hijos, antes de que la hoja informativa fue publicada).
Para aquellos que tienen esperanzas de que puedan recibir protección de asilo en los Estados Unidos, este fin de semana ofreció un vistazo de cómo podría ser la reunificación cuando una madre fuera liberada de un centro de detención en Arizona el sábado, después de pasar la primera etapa de su solicitud de asilo.
Un grupo de simpatizantes la ayudaron a pagar una fianza de USD$7,500 con una campaña de crowdfunding y la llevaron a Nueva York, donde sus tres hijos — 6, 9 y 11 años de edad — habían sido colocados en casas de acogida. Ella podrá visitarlos tanto como lo desee desde las 9 a.m. hasta las 5 p.m., pero no podrá tomarlos bajo custodia mientras su caso de asilo esté pendiente, informó el New York Times. Un pariente en North Carolina ha solicitado patrocinar a los niños, pero la madre probablemente no podrá vivir con ellos, porque todos los adultos en el hogar de un patrocinador deben ser legalmente investigados.
En Port Isabel, los abogados dicen que no conocen a ningún padre que haya sido liberado bajo fianza en los EEUU.
Así que Blanca espera, esforzándose por escuchar lo que puede a través de su único y poco confiable vínculo al mundo exterior. Ella dijo que su cuñada le dijo que sus hijas ahora están con una familia de acogida en Nueva York. Pero una trabajadora social le dijo a su cuñada que la ubicación no se había revelado, para proteger la privacidad del cuidador.