Uno de los centros de acogida, en Bronzeville en la zona sur de Chicago, todavía tiene un toldo con el nombre de un asilo, aunque hace años que ningún anciano ha vivido allí.
Otro es una casa de dos pisos hecha de ladrillo al lado de un estudio de Zumba con escaparate en Rogers Park.
En el tercero, un convento convertido en refugio en una concurrida calle residencial en Beverly, los vecinos a veces vislumbran a jóvenes adolescentes jugando a voleibol y fútbol en un jardín cerrado, pero no tienen idea de quienes son.
Estos edificios y otros en Illinois albergan anónimamente a migrantes menores quienes han sido detenidos después de cruzar la frontera de los Estados Unidos — algunos que vinieron solos y, más recientemente, los que a la fuerza han sido separados de sus padres.
Mientras la administración Trump ha sido sometida a duras críticas en las últimas semanas por su campaña de tolerancia cero con la inmigración, mucha atención se ha enfocado sobre los niños y las condiciones en los centros de acogida en la frontera sur del país y en las grandes zonas metropolitanas de las costas.
Pero aquí en Illinois, una red opaca de 11 refugios alberga a miles de niños cada año, incluidos más de 100 en meses recientes que fueron separados de sus padres. El jueves, trabajando con prisa para cumplir con la fecha límite ordenada por una corte, todos menos 17 de esos niños habían sido reunidos con sus padres, según las organizaciones que los albergan.
Periodistas de ProPublica Illinois identificaron los lugares donde están los centros de acogida en Chicago y las afueras y después obtuvieron informes policiales, archivos de inspecciones estatales y otros documentos, y también hicieron entrevistas con niños, padres, abogados y empleados actuales y antiguos para saber más sobre donde están detenidos los niños y los cuidados que reciben.
La entidad sin fines de lucro que administra la mayoría de las instalaciones, Heartland Human Care Services, pertenece a la Heartland Alliance, una extensa institución antipobreza que trabaja en servicios de salud, prevención de la indigencia y otros temas sociales, y es en general bien vista. Pero incidentes preocupantes también han ocurrido detrás de las rejas de hierro que rodean muchos de estos refugios, según los hallazgos de nuestra investigación.
Heartland ha recibido poco escrutinio público hasta ahora, aunque, de los más de 100 lugares con contratos federales a través del país, ha recibido la cuarta cantidad más alta de dólares federales para albergar a menores no acompañados desde el año fiscal 2015 – más dinero que cualquier organización fuera de Texas.
El Department of Children and Family Services de Illinois (el Departamento de Servicios para Niños y Familias de Illinois , conocido por sus siglas en inglés como DCFS) amonestó a Heartland por una infracción de supervisión después de que alguien del personal fuera acusado de tener una relación inapropiada con un menor en el International Children’s Crisis Center de Bronzeville en 2015. La agencia estatal concluyó que la acusación de relación inapropiada no tenía fundamento y Heartland despidió a la persona acusada, según los archivos.
Heartland recibió otra amonestación por supervisión en 2016 después que DCFS determinara que niños habían entablado actividades sexuales en su instalación en Des Plaines, conocida como Cuidados Especializados para Niños Inmigrantes, o Casa Guadalupe. Además, al menos cinco niños se fugaron de centros de acogida de Heartland entre 2015 y 2017, según informes de DCFS y la policía.
También ha habido al menos un alegato de agresión física, aunque DCFS dijo que el alegato no pudo ser corroborado. Todavía están pendientes solicitudes hechas por ProPublica para el acceso a otros archivos que podrían aclarar la información sobre las condiciones.
Heartland declinó hacer comentarios sobre incidentes específicos, pero dijo que toma acción inmediata si “las políticas, procedimientos y/o niveles de los cuidados no están siendo seguidos.”
En semanas recientes, Heartland fue citada en una demanda civil por negligencia después de que un niño de once años fuera lesionado por un niño mayor en Casa Guadalupe. También fue demandada al menos dos veces el mes pasado por abogados que trabajan en la reunificación de padres con sus niños. Después de que informes periodísticos recientes detallaran varias denuncias de maltrato serias hechas por niños, incluyendo acusaciones de que personal del centro inyectó a un joven con un sedante, las autoridades locales, estatales y federales empezaron a hacer preguntas a una agencia que no estaba acostumbrada a críticas públicas.
DCFS abrió dos investigaciones la semana pasada. Concejales de Chicago, algunos de ellos enfadados por no haber sido informados de que refugios que albergan niños separados estaban en sus distritos, pasaron una ordenanza el pasado miércoles que obliga a Heartland a revelar a las autoridades municipales las direcciones de sus instalaciones y otra información acerca de ellas.
Cinco de los centros están distribuidos a lo largo de Chicago. Dos están en Rogers Park: la casa de ladrillo llamada el International Youth Center que puede albergar 15 niños, y una instalación más grande que tiene capacidad para 70 niños, conocida como el International Children’s Center. Alrededor de 40 niños pueden vivir en el antiguo convento de Beverly, también llamado International Children’s Center. Una casa en Englewood, llamada Casa Heartland at Princeton, tiene espacio para 19 niños mientras el lugar más grande – el asilo convertido en Bronzeville – tiene cabida para 250.
Además de las instalaciones en Chicago, Heartland alberga hasta 116 niños en sus cuatro cabañas en Des Plaines sobre el campus de Maryville Academy, una agencia católica de asistencia social para niños.
Maryville también opera dos de sus propios refugios, en Des Plaines y en Bartlett, donde actualmente están alojados 55 niños. Cuatro niños separados de sus familias fueron alojados en los centros de acogida de Maryville, pero desde entonces ya han sido reunidos con sus familias.
Heartland ha recibido más de $180 millones en fondos federales desde el año fiscal 2013 por sus servicios a menores no acompañados. El gobierno federal ha pagado a Heartland alrededor de $40 millones hasta ahora durante este año fiscal, aproximadamente el mismo monto entregado para todo el año pasado, que a su vez suponía una subida de $25 millones con respecto a 2016. Heartland atribuyó la subida a un cambio del gobierno federal en las exigencias de personal, entre otros factores.
Escuchando la descripción hecha por la agencia de servicios sociales, vivir en uno de sus centros de acogida parece una combinación de colegio, guardería y colonia de verano. Los niños pasan seis horas en clase, participan en juegos y deportes, y hacen excursiones al zoo, museos y la playa, dijeron funcionarios de Heartland. La mayoría de los niños se quedarán por unas semanas o meses, hasta que sean reunidos con un pariente o patrocinador. Otros pueden llegar a vivir en un refugio durante más de un año.
Pero las instalaciones son, en efecto, centros de detención. Los niños no tienen la libertad de irse. La mayoría de los lugares en Chicago tienen poco espacio exterior. Exempleados cuentan que a veces se sentían como guardias de prisión, porque los niños siguen horarios estrictos y usan baños sin cerraduras.
Heartland respondió a muchas de las preguntas de ProPublica Illinois sobre sus centros de acogida, pero también dijo que la Office of Refugee Resettlement (la Oficina de Reasentamiento de Refugiados, o ORR por sus siglas en inglés) la división del U.S Department of Health and Human Services (el Departamento de Salud y Servicios Humanos) que se encarga de menores no acompañados, ha restringido la información que puede proporcionar.
“Pero también nos solidarizamos con niños que están solos o cruzan la frontera solos,” dijo David Sinski, el director ejecutivo de Heartland Human Care Services, durante una entrevista. “Estoy seguro que puede apreciar que como una organización de derechos humanos … haya conversaciones todo el rato de cómo podemos garantizar que seguimos enfocados en nuestra misión de derechos humanos y cumplimos el trabajo con niños vulnerables.”
Funcionarios de Heartland reconocen que su misión se ha hecho más complicada este verano mientras se encargaban de cuidar a niños que les fueron enviados como parte de una política de separación a la cual los funcionarios se oponen porque causa “trauma adicional” a familias ya en problemas.
“Creemos que los niños y las familias que buscan seguridad y refugio aquí en los Estados Unidos tienen que ser tratados con dignidad,” dijo Heartland en una declaración escrita. “Seguiremos haciendo todo lo que haga falta para mantener su seguridad y bienestar mientras trabajamos para reunificarles con sus padres.”
Durante una reunión del Concejo de la Ciudad la semana pasada, Sinski y un abogado de la organización dijeron repetidamente que el gobierno federal les prohibía facilitar aún la información más básica sobre cuántos niños está albergando la agencia actualmente o cuánto dinero recibe por hacer su trabajo.
“Tener un socio tan dispuesto a trabajar en contra de la esencia misma de lo que representa esta ciudad, de ser una ciudad santuario, una ciudad que cuida a sus niños y está intentado hacer la cosa justa, creo que es indignante y repugnante,” dijo el Concejal Raymond López, del distrito 15 de la zona suroeste de Chicago, a funcionarios de Heartland durante la reunión. “Aunque sus objetivos originales pueden haber sido buenos, han terminado en un mal lugar.”
En otra reunión, la Concejala Ameya Pawar, del distrito 47 de la zona norte de la ciudad, aseveró que Heartland estaba sufriendo un vapuleo público como reemplazo de la administración Trump.
“Estos niños nunca tendrían que haber sido separados. No tendrían que estar en Chicago. Tendrían que estar con sus padres,” dijo Pawar, quien trabajó en reasentamiento de refugiados en Heartland como pasante hace nueve años. “Pero aquí están y si hay una agencia que tendría que estar cuidándoles, tiene que ser Heartland Alliance. Hacen el trabajo de Dios.”
La controvertida política de la administración Trump de quitar los niños a sus padres cuando son detenidos cruzando ilegalmente a Estados Unidos proyectó dentro del foco nacional un sistema que existe desde hace décadas y que fue diseñado con otro tipo de niños en mente.
Heartland Alliance empezó a brindar refugio a menores no acompañados viniendo a Estados Unidos sin sus padres en 1995. Los albergues funcionaban bajo un contrato con ORR, pero Heartland se negó a mostrar su acuerdo a ProPublica, diciendo que no tenía autorización para hacerlo. ORR todavía no ha respondido a una solicitud para ver esa documentación ni a las preguntas acerca de cómo monitorea las instalaciones para menores no acompañados. Según Heartland, la agencia federal hace reuniones semanales con empleados de Heartland para hablar de los niños, y realiza visitas que duran un día entero a cada emplazamiento al menos una vez al mes, y hace una visita que dura una semana al menos cada dos años.
Las ubicaciones de los centros de acogida se supone que tienen que mantenerse en secreto, ostensiblemente para proteger a los niños que puedan ser vulnerables a traficantes, contrabandistas o pandillas. El resultado de esto también ha sido que los refugios operan con poca atención pública, provocando preguntas acerca de quién, si alguien, está ejerciendo suficiente supervisión.
La función supervisora de DCFS es sobre todo técnica, de comprobar que se cumplen con los niveles mínimos del programa durante inspecciones de licencia que son agendadas cada año.
“Tenemos muy claro lo que es nuestro papel,” dijo Neil Skene, el asistente especial al director de DCFS. “Somos una agencia estatal de concesión de licencias. Es un programa federal. Estos son niños federales.”
El gobierno federal, dijo Skene, sostiene “la mayor responsabilidad por la seguridad y bienestar de estos niños.”
DCFS está a cargo de investigar acusaciones de abuso o negligencia a cualquier niño en el estado, pero típicamente eso ocurre solo cuando se hace una llamada para denunciar la sospecha de un daño.
Algunos concejales, y el Alcalde Rahm Emanuel, dijeron que son escépticos de la capacidad de DCFS de ejercer una adecuada supervisión, dada la propia historia de la agencia con décadas de investigaciones fallidas y muertes de niños.
Una revisión hecha por ProPublica Illinois de los informes de inspecciones de DCFS determinó que los centros han cumplido típicamente con las normas estatales, aunque ha habido problemas a través de los años. Entre ellos:
Además, informes de inspección hechos por la oficina estatal del jefe de bomberos expusieron infracciones que iban de no tener suficientes salidas en caso de incendio a puertas no adecuadas según las calificaciones para incendios.
Como parte de sus inspecciones anuales, DCFS también revisa una muestra de los archivos de niños para comprobar que reciben servicios de salud obligatorios. En varios casos, la agencia notó que hubo niños que no fueron examinados por enfermedades contagiosas dentro de las 72 horas de su llegada, como se requiere. DCFS rechazó una solicitud de ProPublica pidiendo informes adicionales sobre incidentes de urgencias médicas, abuso o negligencias y otras incidencias serias.
ProPublica Illinois ha solicitado informes policiales sobre incidentes en cada dirección de Heartland, pero hasta ahora solo ha recibido informes sobre el centro de acogida en Beverly.
Allí, un chico de 17 años se fugó en noviembre de 2016 después de estar alrededor de un año bajo detención. El menor, que puede haber escapado para juntarse con familiares en Houston, no había sido encontrado cuatro meses más tarde y la policía suspendió la investigación, según los archivos. No queda claro si el menor fue finalmente ubicado.
Acusaciones serias contra Heartland, que fueron reportadas primero por el New York Times y el Washington Post, surgieron este mes de dos niños que dijeron haber visto a un empleado de Casa Guadalupe dar una inyección a un niño que le hizo dormirse. Otro niño dijo que había sido arrastrado por dos empleados adultos del refugio después de demorarse en un campo de fútbol.
Heartland dijo que su propia investigación no ha encontrado “evidencia alguna” hasta ahora que confirme lo que dijeron los niños acerca de la inyección.
En un caso separado, una madre guatemalteca presentó una denuncia civil hace dos semanas acusando a empleados de Heartland de supervisión negligente después de que su hijo de once años fuera maltratado y lesionado por un niño mayor mientras estaba en el refugio de Des Plaines.
Según la denuncia, las quejas del niño sobre el maltrato fueron ignoradas por el personal, quienes le dijeron que “parara de quejarse.” A finales de mayo, según la denuncia, el niño mayor empujó al niño de once años en un cuarto de dormir, causando que se golpeara la cabeza contra el marco metálico de una cama. El niño fue llevado al hospital y necesitó tres puntos de sutura en la cabeza, según la denuncia.
Heartland dijo que está examinando las acusaciones, pero no cree que sean válidas.
Funcionarios de Heartland dijeron que alientan a los niños detenidos a informar a los empleados de cualquier problema, o a usar un teléfono designado para llamar a DCFS o las autoridades federales. Pero el niño de 11 años dijo a ProPublica Illinois que no sabía que había un teléfono disponible para denunciar abusos y nunca vio letreros indicando que podía usar un teléfono.
“Unos me trataban mal, y otros me trataban bien,” dijo el niño sobre los trabajadores del centro.
Dijo que los chicos mayores que habían estado en el refugio durante varios meses le desanimaron a él y a otros a pelear entre ellos, o de quejarse de acoso, “porque entonces los trabajadores tendrían que hacer un reporte, y entonces tendrías que quedarte más tiempo [en el refugio.]”
La madre del niño, Otilia Asig-Putul, dijo que habló con su hijo por teléfono dos veces mientras estaban detenidos por separado. Su hijo nunca había estado hospitalizado antes del incidente en Heartland, dijo. Ahora están juntos de nuevo y planean vivir en Virginia.
“Le llamé, le pregunté cómo estaba él. Dijo que había tenido un problema. No me dijo que fue al hospital. Yo lloraba y lloraba y sin tener alguna respuesta de lo que estaba pasando,” dijo ella. “Yo estaba desesperada. Él me dijo que estaba bien … Ellos trataban de tranquilizarme. Nunca me dijeron nada.”
Motivados por estas acusaciones, los concejales de Chicago votaron la semana pasada para que funcionarios de la ciudad inspeccionen las instalaciones periódicamente, y dijeron que les preocupa que oficiales estatales y federales no estén haciendo lo suficiente.
Una inspección repentina hecha la semana pasada por inspectores de los departamentos de edificios, salud y bomberos encontraron lo que un oficial describió como problemas “normales y corrientes,” incluyendo infracciones en los porches, puertas trabadas y demasiados dibujos cubriendo una pared, que pueden suponer un potencial peligro de incendio.
Varios concejales dijeron que no sabían que los refugios han estado en sus distritos durante años. El concejal Howard Brookins Jr. dijo que Heartland nunca contactó su oficina para avisarle.
“Yo veía esos niños jugando a fútbol,” dijo Brookins, quien representa el distrito 21 en la zona sur de Chicago. “No tenía ninguna idea de quienes eran. No tenía ninguna idea de que eran menores no acompañados llegados a este país. Absolutamente quiero saber dónde están todos estos refugios.”
Los centros de acogida de Heartland a menudo siguen siendo un misterio aun para sus vecinos más cercanos, y antiguos empleados dicen que recibieron instrucciones de no identificarlos a nadie que preguntara y que la mayoría de los edificios no tienen letreros. Rejas de hierro y cámaras de seguridad rodean las propiedades. Cuando hay un jardín, frecuentemente está encerrado con material de red que lo hace difícil ver hacia dentro – o hacia fuera.
Allen Dunbar, 80, que vive a media cuadra del refugio de Beverly, dice que se ha fijado en un aumento del número de menores recientemente, sobre todo niños latinos, pero no sabía quiénes eran.
“¿Trump les llevó justo hasta aquí a la calle 98?” preguntó Dunbar mientras estaba sentado en su porche en una tarde reciente. “Esto es un desastre. ¿Qué les va a pasar a los niños?”
Heartland se negó a confirmar si los niños separados bajo la política de cero tolerancia fueron albergados en el centro de acogida de Beverly.
El registro estatal de delincuentes sexuales muestra que un criminal condenado por abuso sexual de niños vive a menos de 150 metros de la instalación de Beverly. La ley de Illinois prohíbe a abusadores sexuales de niños de residir dentro de un área de 150 metros de una instalación que atiende a menores de 18 años, pero no está claro si los delincuentes o las autoridades sabrían que la instalación alberga a menores porque Heartland no hace públicas sus direcciones. La Policía Estatal de Illinois, que mantiene el registro, no respondió a una solicitud de comentario el jueves pasado.
Heartland declinó discutir este tema y dijo que los empleados supervisan a los niños de cerca.
El más grande de los centros de acogida de Heartland se ubica en un área comercial en Bronzeville, también en la zona sur. El edificio alberga a niños y niñas, con las niñas viviendo en el primer piso, según muestran los archivos. Literas de color rojo y amarillo son visibles a través de las ventanas tintadas.
En una mañana reciente de día de semana, dos niños jugando al lado de una ventana del tercer piso saludaron con las manos mientras una reportera estaba en la acera. Tres menores más aparecieron en otra ventana en una sala contigua, sonrieron y saludaron.
Más tarde aquella mañana, aproximadamente 60 niños jugaron voleibol y otros juegos en un campo de césped en el exterior. La mayoría eran varones adolescentes, aunque algunos parecían más jóvenes. A pesar de una fuerte lluvia, reían y gritaban cuando marcaban puntos durante el partido de voleibol.
Algunos archivos muestran que algunos niños separados de sus padres fueron albergados aquí.
“Pensé que era un orfanato,” dijo Nikki Moore, 30, quien trabaja en un restaurante al otro lado de la calle. “Mucha gente pregunta y nunca nadie sabía lo que es. Es hermético.”
Miró hacia un niño que estaba de pie cerca de la verja que parecía tener como nueve años. Le recordaba a su propio niño, dijo.
“Me rompe en pedazos ver ese niño,” dijo. “No es como si pudieras llevar uno de ellos aparte y hablarles y decir algo.”
Mientras los refugios de Heartland en Chicago están en calles concurridas, la organización tiene un complejo de edificios de múltiples pisos de ladrillo en Des Plaines que se ubica medio escondido en los campos verdes del enorme campus de 116 acres de Maryville Academy.
Una empleada de una iglesia cercana dijo la semana pasada que ha visto a niños — algunos tan jóvenes como de 4 o 5 años — jugar baloncesto, correr en tramos de hierba y asistir a misa en la iglesia.
“Parecen contentos. Parecen bien alimentados,” dijo. “A veces les veo y parecen tristes, sin embargo, porque están tan recluidos de todo el mundo.”
Rigo dijo que cumplió 17 años en el edificio de Heartland en Beverly. Tiene memorias gratas de algunos aspectos de los tres meses que pasó allí en el verano de 2012: las comidas, la limpieza, el orden.
Otras memorias le enfadan. Rigo–quien ahora tiene 23 y pidió que no se use su nombre completo porque está viviendo ilegalmente en Estados Unidos — dijo que algunos empleados del centro amenazaban a los jóvenes que no querían participar en los ejercicios físicos en el exterior que eran una obligación diaria.
“Aunque te sintieras mal, tenías que hacer el ejercicio,” dijo Rigo, que es de Guatemala. “El castigo era que no podías ir al recreo ese día … o te decían que te iban a reportar al encargado y él le diría a tu abogado que demorara tu caso [de inmigración].”
Otro residente reciente de un refugio dijo también al Washington Post que los empleados les amenazaban con demorar sus casos si no cumplían con las normas. Heartland dijo a ProPublica Illinois que ese tipo de amenazas serían contra las políticas de la organización. “No hay ninguna conexión entre la participación de cualquier menor en los programas y el estatus de sus trámites de inmigración. Y los empleados reciben entrenamiento continuo para comunicar mejor con los menores,” escribió Heartland en un correo electrónico.
El abogado Jesse Bless, quien ha representado a familias con niños recientemente albergados en Casa Guadalupe en Des Plaines, dijo que los niños compartían historias preocupantes de sus estadías allí. No le fue permitido visitar el refugio.
“Sé que los niños recibieron vacunas, pero los niños ya las tenían,” dijo Bless. “Vacunar a niños sin el consentimiento paternal es sencillamente y totalmente equivocado … Les arrancaron a los padres sus derechos naturales.”
Dijo que a los niños se les permitía hablar con sus padres durante diez minutos, dos veces a la semana, mientras un empleado se mantenía cerca.
Los clientes de Bless han hecho algunas de las acusaciones más graves contra Heartland, incluyendo la aseveración de que personal del centro inyectó a un menor un sedante. “No sé qué pasó con estos niños, pero nada de eso fue bueno,” dijo Bless. Aunque reconoció que Heartland es como un “intermediario” siguiendo normas federales, dijo que tampoco hay que perdonar a la organización.
“Puedo simpatizar con su yuxtaposición de estar entre la espada y la pared,” dijo Bless. “Esto no quiere decir que está bien.”
Algunos antiguos empleados expresaron sentimientos encontrados sobre su trabajo en Heartland, describiendo cómo les impulsaba la misión de ayudar a niños vulnerables, pero también sintiéndose incómodos con una atmósfera que a veces se parecía a una prisión.
Un exempleado de la instalación en Bronzeville dijo que los niños estaban bien cuidados dentro de un ambiente restringido. Recordó haberles llevado a tomar helado, pero también dijo que los niños seguían rutinas estrictas y tenían poca privacidad.
“La meta de esas instalaciones es mantenerse invisibles, no ser parte de la comunidad para nada,” dijo el empleado, un especialista en la reunificación de familias. “Si veíamos a alguien de la comunidad que quería venir a la puerta principal para cualquier cosa, teníamos que rechazarles inmediatamente.”
Britt Hodgdon, 38, una asistente social entrenada como terapeuta en traumas, hizo una entrevista para un trabajo en el refugio de Bronzeville hace algunos años. Entre otras preocupaciones, Hodgdon dijo que le molestó ver que el letrero sobre el toldo del edificio lo identificaba como un asilo de ancianos.
“¿Porque hay que ocultar a estos niños a plena vista?” Hodgdon dijo. “La gente tiene derecho a saber cuándo hay niños que están siendo retenidos en su comunidad, quizás contra la voluntad de la familia.”